En esta fecha mientras reconocemos a las madres, vivas y en espíritu, las figuras maternas en nuestras vidas y las cualidades femeninas que encarnan las madres, reconozco todavía otra expresión de maternidad. Es decir, las mujeres que han tenido la experiencia de la maternidad a través de abortos espontáneos, nacimientos de bebés muertos y la pérdida de un niño antes del nacimiento.

La mayoría de nosotros conoce a alguien que ha vivido un aborto espontáneo o un nacimiento muerto. No es raro ya que ocurre en aproximadamente entre un 15 y un 20% de los embarazos en los Estados Unidos.*  Tengo una hija maravillosa de 16 años, quien se llama Nicole, y quien es mi luz. También tuve cinco abortos espontáneos, una de ellos a seis meses de gestación, cuando mi bebé nació prematuramente y se murió. En el caso del parto prematuro, mientras estaba bajo anestesia para someterme a un procedimiento de raspaje uterino para extraer la placenta, mi bebé fue sometida a autopsia y se incineró. Todo sin mi conocimiento ni consentimiento. Mi esposo y yo nunca pudimos sostener a nuestra hija ni enterrarla. La autopsia indicó que nuestra bebé era perfecta. No hubo respuesta médica alguna para ayudarnos a entender qué había pasado. Nuestra bebé perfecta simplemente se murió.

La pérdida de un embarazo y un bebé es devastadora. También lo son muchos de los comentarios que las mujeres escuchamos por gente bien intencionada que realmente quiere ayudar. Escuché “es lo mejor”, “es lo que Dios quiso”, “probablemente no deberías ser madre”, “el bebé probablemente estaba deformado / retrasado / enfermo, etc.”, “¿por qué traer a un bebé al mundo cuando podría adoptar niños abandonados”, y la lista sigue.

También escuché palabras sanadoras que me llevaron a recuperarme y abrir mi corazón nuevamente. Esas palabras fueron “te amo y estoy aquí para ti”, “¿qué puedo hacer para ayudarte?” y “eres una madre maravillosa porque el niño que perdiste sólo conocía el amor”.

Para todas las mujeres que comparten el conocimiento de este tipo de pérdida, honro su maternidad. Estoy llena de gratitud por cada experiencia de maternidad que he recibido.

Hagamos un homenaje a todos los niños, aquellos que nacieron tanto como los que no, por elegir hacernos madres; una experiencia realmente maravillosa y humilde.

* Estadística de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU.  https://medlineplus.gov/ency/article/001488.htm

https://www.reikidelile.com/2017/07/17/unclerich-grandmababicka-nana.com

Tengo muy buenos recuerdos de mi bisabuela Babicka quien me enseñó muchas cosas útiles como cocinar, hornear y la jardinería. También despertó la confianza en mis propias capacidades psíquicas.

Mi bisabuela materna emigró a Pensilvania desde una pequeña ciudad checa al este de Praga llamada “Chvaletice”. Su nombre era Marie Babicka (nacida Bezdek) y ella era el primogénito en una familia grande. Cuando, a los 12 años, su madre murió, Marie no asistió más al colegio.  Su padre se volvió a casar y Marie tuvo que ocuparse de las tareas domésticas y el cuidado de sus hermanos menores.  ¿Qué tal este cuento de la Cenicienta? Recuerdo haber peinado su pelo largo y plateado, que se trenzó y se metió en un buen moño. Mis hermanos y yo la llamamos “Abuela de abajo” ya que su hija, nuestra “Nana” vivía arriba en la misma casa.

Cuando tenía cinco años, mi abuela empezó a darme consejos. Ella me dijo “aprende a cocinar y siempre tendrás un hombre”, “no seas una fresca” ​​y otras cosas sabias. Me encantaba estar cerca de mi bisabuela y estaba asombrada de las muchas habilidades que había dominado: cocinar (hizo todo, desde cuidar el jardín y criar pavos y otros animales hasta poner la comida sobre la mesa), coser, bordar, jardinería de flores. Ella manejaba una tienda de dulces cuando mi bisabuelo perdió la vista en un accidente, mientras criaba a 6 niños y cocinando pan. La abuela Babicka era una panadera extraordinaria. Yo contenía el aliento cuando ella colocó ese hermoso pan marrón y redondo sobre su pecho y comenzó a cortar el pan hacia su cuello. ¡Vaya!

Mi bisabuela falleció cuando yo tenía 7 años. Era la primera vez que perdí conscientemente a un miembro de la familia. Entonces comencé a “escucharla” y a mi Nana que aún vivía y moraba en Pittsburgh. Lo que quiero decir es que podía discernir la información comunicada por mis abuelas. En ese momento, mi familia inmediata y yo vivíamos en Chicago, a unos 750 kilómetros de Pittsburgh. Durante mis años de escuela primaria, transmitía algún mensaje “del más allá” a mis compañeros de clase y maestros y rápidamente comprendí que estaba haciendo algo inaceptable. Sin querer ser “diferente”, dejé de compartir estos comunicados con otros. Seguí percibiendo mensajes de otras guías y espíritus, pero no recibí más mensajes de la abuela Babicka hasta que me trasladé a Montreal en 2012.

Nuestra mudanza a Canadá estaba llena de una serie de circunstancias inesperadas e inconvenientes. Yo estaba esperando mi permiso de trabajo y la oficina de Inmigración sufrió una huelga.  Así el tiempo de procesamiento para mi permiso de trabajo pasó de 3 semanas a dos años. Debido a esto, el trabajo que me trajo aquí se perdió.  Recuerdo como me senté con la cabeza en mis manos, preguntándome en voz alta ¿ahora qué haré? Y escuché una respuesta: “usa tus manos”. Podía vislumbrar las sólidas manos de mi bisabuela amasando una gran bola de masa. Le pregunté “¿cómo puedo estar seguro de que eres tú?” Ella dijo “cuando vas afuera y ves monedas en el suelo, soy yo”. El día siguiente tomé al perro para dar un paseo y estaba mojado y lluvioso. De repente oí “¡Ahora! ¡Mira! “Y miré al suelo para encontrar una moneda brillante y limpia de dos dólares sentada en el barro. ¡La moneda no estaba ni sucia ni mojada! Lo que siguió fue una comunicación continua con mi bisabuela que continúa hasta el día de hoy. Me provee información y me guía paso a paso en mi búsqueda de una vida feliz y significativa.

Verdaderamente, podemos encontrar respuestas a nuestros dilemas y dramas. Ya sea que llegue como comunicación de una abuela amorosa ya fuera de esta Tierra o nuestra propia sabiduría interior borboteando a la superficie. Incluso si uno nunca ha sentido este tipo de comunicación, se puede aprender. Los seres humanos somos naturalmente programados para percibir toda la información que existe. Podemos aprender a percibirlo todo. El primer paso es creer que es posible.

Libérate de tus pensamientos o cómo sentir paz y alegría

¿Te permites sentir paz y alegría?

¿Has experimentado ese estado libre y natural que te hace sentir liviano, feliz y vivo?  ¿Te acuerdas la última vez que te sentiste así?  ¿Posiblemente durante unas vacaciones especiales, una ocasión trascendental como un boda, graduación o ascenso en el trabajo?

Para observar alguien en dicho estado de “libertad”, presta atención a los niños.  Ellos aprecian y experimentan un 100% de su entorno, gravitándose hacia personas, lugares y situaciones que son alegres.

Si no te has sentido así libre desde hace días, semanas o aún años- ¡tienes suerte!  Tú puedes sanar lo que bloquea tu sistema innato de alegría.  En efecto, te puedes permitir entrar a ese estado alegre como el derecho que te pertenece.  Tu naciste para sentirte así a menudo. ¡Sí!  La clave es alejar tu conciencia de los pensamientos.  Puedes aprovechar de esta tranquilidad al aprender como soltar los pensamientos (particularmente cuando consisten en listas de cosas que hay que hacer, preocupaciones, miedos, obsesionarse con eventos del pasado y/o el futuro).  La ausencia de pensar nos traslada naturalmente a un estado de conciencia feliz.  Nos transporta al presente.

Afortunadamente, liberarnos de la cárcel de una mente sobre-activa es una cuestión de práctica.  Practica la respiración consciente.  Pregúntate “¿respiro?” y siente como tu conciencia se mueve inmediatamente de la cabeza al corazón.  Entonces, continúa respirando y simplemente observa.  Cualquier pensamiento o preocupación se pueden observar como maneras que nos impide simplemente “ser”.  Comienza con momentos breves enfocados en la respiración.  Cuando logras sentir paz y relajación, extiende esta práctica por cuanto tiempo quieras.

Si dicha práctica no te lleva rápidamente a un estado sublime de paz, no te preocupes.  Sólo sigue insistiendo por uno o dos minutos en momentos cuando te sientes descansado.  La falta de sueño es un factor estresor común que podría estorbar a tus esfuerzos iniciales.  Intenta hacer este ejercicio en momentos distintos durante el día para descubrir cuándo estás más receptivo a ceder al relajo.  El siguiente paso es tomar la decisión de proseguir en experimentar la ausencia del pensamiento.

Todo se reduce a tomar una decisión.  Primero, decides liberarte de tu mente y tus pensamientos.  En seguida, escoges la respiración y la relajación.  Al fin, tu eliges la alegría y la felicidad.